Las cápsulas blandas son mini contenedores que guardan en su interior medicamentos. Además, favorecen la absorción de los fármacos y evitan que notemos el sabor desagradable de algunos principios activos. Son esas pequeñas maravillas tecnológicas que todos tenemos el botiquín.
Por su aspecto, dan la sensación de que están fabricadas con algún tipo de plástico. Pero en realidad, están hechas de gelatina. Esta se disuelve con facilidad en un líquido (por ejemplo: la saliva y los fluidos del estómago), lo que permite que se libere el medicamento y nuestro organismo pueda asimilarlo.
El único inconveniente de las cápsulas convencionales es que la gelatina se elabora a partir del colágeno, y que este se obtiene de la piel y los huesos de animales. Por eso, son incompatibles con las dietas vegetarianas.
Para estos casos se usan sustancias como el pululano (un polisacárido que se fabrica a partir del almidón y la hipromelosa, procedente de la celulosa). Ambos son la solución médica para quienes no quieren, o no pueden introducir elementos animales en sus dieta.